Primeros pasos.
Debíamos tener unos dos años
cuando pusimos la primera piedra
del pequeño teatro con aluminosis
en que representamos nuestras historias.
Queríamos encajar
(dios, cómo queríamos encajar)
el triángulo de plástico,
¿recuerdan?
en el hueco circular,
como alucinados pitágoras en pañales.
Observando la manera de no acertar,
preguntando qué ocurre a las mamis,
pensando que lo hacíamos mal remal,
y experimentando esas sensaciones
que nos tendrían que acompañar
el resto de los años.
Sólo que aquella vez,
la primera,
disponíamos de tantísimas oportunidades...
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