miércoles, agosto 30, 2006

Final Boss.

Así me he sentido hoy en la librería. Como el jodido monstruo final de cualquier plataformas, o beat-em-up o fuck-em-up. Se me acerca un paleto (no es por despreciar pero es que respondía positivamente a todas las cuestiones del famoso test de detección de paletos de Vinet-Solchaga) y me pregunta con energía que dónde están los libros de camiones tuneados. De hecho el chaval me recordaba al puto Alex Kidd, por cabezón y por tener las palmas de las manos como carpetas. Entonces me he reido a lo Sagat (¿qué coño le pasa a Sagat?) y he intentado hacerle ver que se trataba de un tema que, históricamente y de manera injusta e injustificable, no había sido tratado por los libros. Tenía la victoria en mis manos, le había dado dos de los tres toques necesarios para echarlo a patadas de la librería, un toque con la negación, y otro con la confusión de mis enrevesadas frases. Pero como buen final boss de videojuegos me han dado por el culo. Me da un papelito con un título, un ISBN, y un autor, todo ello aderezado con una mirada de desprecio y un "tú limítate a buscarlo".
Por supuesto, lo encontré.

sábado, agosto 26, 2006

Columpio nocturno.

Ya dijo no se quién
que no hay nada más estúpido
que un plan para divertirse.
Y anoche no había plan alguno en el bar.
Nuestras mentes tendían a la cama
y nuestros párpados hacían horas extra.
Entonces se posó dulcemente
una ronda de absentas en la mesa.
Hoy no recuerdo gran cosa,
imágenes sin sentido,
como un Plymouth entrando
en el lavabo del Art
porque ya no podía más,
un paseo por vertiginosas aceras
un par de ruskis besándose en una disco,
una paloma durmiendo en mis zapatillas,
y la extraña sensación de sentirme
como una pluma de plomo.
Vamos, que será mejor repetir.
Hoy.
Sin ir más lejos.
Pero yendo mucho más lejos.
Viva todo.

sábado, agosto 19, 2006

Preview del GTA.

Recuerdo aquella elegante vez
en que iba a coger el autobús del instituto
a las 7:30AM, o por ahi.
Era invierno y yo había perdido
mis guantes de punto,
por lo que le cogí unos de cuero negro
a mi padre.
Como iba con prisas
me los puse por el camino.
Justo en un callejón,
en esa velada luz de las frías mañanas
un viejito enclenque me miraba
con pánico en los ojos.
Observé la situación con detenimiento
y con el plano abierto.
El yayo veía acercarse un joven
con rasgos agresivos,
con prisas excesivas,
colocándose unos excesivos guantes
de cuero agresivamente negro,
todo ello entre la niebla matinal.
Total, que aceleró el paso
giró en el primer cruce que pudo,
y se alejó cagado de miedo, digo yo.
Y el caso es que me sentí...
...
...tan a gustito...

martes, agosto 01, 2006

Alfareros numéricos.

Están los periódicos hinchados de estadísticas extrañas que, a poco despierto que sea uno, no entran ni con calzador. Lo primero es que a mí nunca me han preguntado nada por la calle ni a domicilio. Ni conozco a nadie a quien le hayan preguntado por ETA, los impuestos, el paro, los accidentes de coche, y todas esas gilipolleces con las que tiene que lidiar hoy en día la estadística (qué tiempos aquellos en los que se limitaba a decir que de cada 10 personas, 5 son la mitad bajo una muestra de 100 millones con una varianza de +-0). Que me voy del raíl. El caso es que yo vivo en una zona céntrica de una metrópolis, Reus ni más ni menos. Y claro, si no preguntan por aquí, no se me ocurre dónde copón hacen esas encuestas.
En el asunto de la política, huele mucho, ya que sean cuales sean los resultados, todos los partidos los interpretan favorablemente y salen con esa sonrisa robótica a decir "somos cojonudos según la población decente". Por no hablar de las de tráfico "3 de cada 10 accidentes los provocan conductores ebrios", eso, a mi entender, y como defensor a ultranza de la bebida que soy, dice que 7 de cada 10 no están borrachos, y que es más probable matarte en coche yendo sobrio que yendo hasta las cejas de jb...
Pues eso, que mejor no fiarse de los putos numeritos, que parece que andan últimamente sujetos a cierta subjetividad. Yo, hasta que no me pregunten por Rajoy o por Amenabar, no me creo nada de nada.