Cristal de acuario.
Todos creemos distinguir más allá del cristal,
todos queremos ver más allá.
Nadamos con los ojos bien abiertos,
rodeados de edificios y árboles de plástico,
nos cruzamos con otros dóciles peces
con los que compartimos mirada de estupor
y pensamientos narcotizantes.
Todos, veanlo, buscamos ese cofre del tesoro
hipnotizados por sus burbujitas,
de formas distintas y de esencia compartida
-alta rentabilidad en ING,
o un concierto del grupo de moda,
o la compra de aquel coche-
Todos las respiramos y las olvidamos,
al encuentro compulsivo del siguiente cofre,
sin reparar en la vacuidad del asunto y,
sin reparar, sobretodo,
en ese diosecillo eventual
que asoma su mesmérico rostro
desde más allá del vidrio,
y golpea con el dedo mientras ríe diabólico:
"je je, qué monos estos monstruitos"
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