Contra Tannhauser.
Odio la incansable fiereza
con que sacudes la vida,
alfombra de truculentas asimetrías.
Odio tus garras infernales
capaces de arrancar el corazón
con enconada brutalidad.
Odio el viento de tus palabras,
ardiente, viejo,
prisionero de la locura.
Odio tu mefistofélico dedo
señalando los oscuros rincones
en los que pesadamente cristalizan,
con espeso silencio,
nuestras más ocultas miserias.
Odio la exactitud de tus cartas esféricas
recordándonos náufragos eternos
del tenebroso océano de lo humano.
Odio el eco persistente de tu voz
que destroza nuestro adocenamiento,
que martillea nuestras huesudas esperanzas,
y que aplasta nuestra frágil calma.
Pero por encima de todo, Tannhauser,
odio lo mismo que cualquiera:
la Verdad detrás de la verdad.
2 comentarios:
La Verdades con MAYÚSCULAS residen, por lo común, en los Templos; las pequeñas verdades como templos, en cambio, las hay en cada alma. La tuya, la mía, la de cualquiera. Cuando escucho la voz de mi alma habla TannHäuser. Que cada cual que quiera, como tú, juzque si con mayúsculas o minúsculas.
Por cierto, gracias por tus versos, de verdad...
Y bienvenido al ODIO...
verdades te da la vida, mendiós!
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