jueves, marzo 01, 2007

El péndulo occidental.

Salí fuera a fumar un cigarrillo (por obra y magia de nuestras saludables leyes, ya ni el jefe puede fumar en su propio negocio, rrrredióx). Hay una tienda de "ropa" delante de mi negocio, y entrecomillo ropa porque el propietario se debió dedicar a suministrar retales a circos y mujeres de moralidad distraida antes de abrir esa tienda, con el chumba-chumba non-stop a toda ostia, pero bueno, me alejo del tema. Habían sacado unas mesas a la calle, vendiendo lo de otras temporadas a 3 euros el trapo, todo allí amontonado y arrugado. En esas se acercó una eriza de época: Pelo lila superestirado hacia atrás, pintarrajeada que parecía el muro de Berlín en sus postrimerías, pómulos remarcados y mofletes hacia dentro, como si estuviera en pasarela Cibeles, chaqueta de leopardo, top nomeolvides (¿o era perdonadioses?), tejanos piratas demasiado apretados con un cinturón de tachuelas doradas, y zapatos plateados de tacón de aguja. Mi tipo, ya digo. Se acercó al montón de basura téxtil y la meneó distraidamente. La dependienta, casi de la misma secta, se acercó solícita.
-¿Puedo ayudarte?- Me encantan las confianzas buenrollistas...
-Bujco algo pa una boda, pa cumplir, que se casa un colega qu'es un gilipollas y...
-Fuera sólo tenemos piezas de 3 euros, para una boda mira dentro mejor.
-No, no, que ya te digo que ej pa cumplir. Ese tío me follaba y me dejó tirada en cuanto se ligó otra tonta y no quiero que piense cosas raras. Este de tirantes amarillos combinao con mi pareo rojo y negro ya dará el pego ¿no? Esta ropa es una roña tía, pero paso de patear más. Ponme la camiseta esta de tirantes y aquel bolso azul, pa llevar de tos los colores, jajaja
-Jajaja- contestó la dependienta.
Yo escuchaba atónito, como siempre que la situación me obliga a descender a esos infiernos de mal gusto y estupidez crónica, pero resulta que por el rabillo del ojo vi acercarse a alguien. Les cuento. Un tipo gordo, con gafas, gran papada, mucha ropa para el frío que hacía, mirada huidiza, como si esperase que la poli apareciese de un momento a otro acusándolo de lo mismo que se acusó a K. Pues eso, que el tipo chutó un cartón sin querer, y se quedó mirando cómo este se deslizaba hasta mis pies. Luego siguió mirando, como si hubiese encontrado la cueva del tesoro dentro del cartón. La cogí del suelo, y se la alargué, temeroso de su creciente irracionalidad. Llegó a mi lugar dando pequeños pasos, y recogió lentamente el cartón, sin quitarle un momento la vista de encima. Y se alejó observando la dichosa basurita, escrutando sus prosaicas ondulaciones, sin más.
Y bueno, acabé mi pitillo y volví a la pizzería, pensando una cosita. Entre la tipa de la boda, y el gordete del cartón oscila el péndulo de todas las neurosis que asolan occidente. Digo yo, vamos.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Este es un mundo raruno, dónde cada cual debe buscar su propia fobia/filia/esquizofrenia, para disgregarse del grupo en el que él mismo se ha autoproclamado jefe y acólito a la vez...
Debo dejar el vino y pasarme al moscatel, no?

Anónimo dijo...

Mendiós cómo os las gastáis en provincias.

Carlos OC dijo...

1)Estoy de acuerdo con esa ley que no le permite al jefe fumar en su negocio!!

2)Las jennys tambien son mi tipo.

3)Admiro y envidio a la gente que tiene, mas que una fobia... alguna fijacion. Suelen ser personas creativas que buscan maneras y formas de desquitarse con aquello que les disgusta, siempre en tension, siempre preparados para el ataque.