jueves, marzo 08, 2007

Me deben una.

Hasta los 13 años fui testigo de Jehová, o jehovino que decía mi padre a modo de guasa (él jamás formará parte de una religión que le prohíba el tabaco y el alcohol). Llegada esa edad, mi madre me dijo que si no sentía a Dios en mi corazón, dejase de ir a las reuniones, y así lo hice, pero eso es otra historia. Simpatizar con ese grupúsculo de ingenuos me proveyó de bastantes tristezas durante la infancia, que no voy a repasar porque acabaría llorando y no podría contarles la anécdota en cuestión. Sobre lo que saqué de provecho en aquellos años, aparte del dudoso honor de conocer con cierta profundidad su matizada versión de la biblia, recuerdo con agrado la vez que me salvé de una paliza. El matón del barrio, Daniel se llamaba el gigantón, me paró por la calle con cara de malas pulgas. Iba con dos de sus esbirros, creo que un tal Baquero y un tal Davi. A las 2:00pm de aquel julio, la plaza Pare Gil estaba vacía y, no recuerdo que haría yo por allí, pero el caso es que no había un alma adulta a la que recurrir. Se dirigió a mí gritando, buscando una excusa para zurrarme a conciencia.
-¡Eh, tú! ¡¡¡Me han comentao que me vas diciendo que soy un hijoputa!!! Ahora pillas por listo. A ver quién es el hijoputa, so mierda.
-Te... te juro que no he dicho eso, no se quién te habrá dicho...
-No le vaciles al Dani capullo, quieres recibir el triple ¿no? - Terció el tal Baquero.
-¿Por qué me llamas hijoputa eh? ¿Por qué? - Me daba empujoncitos mientras me hablaba, a la espera del más mínimo signo de resistencia. Y entonces me iluminé.
-Oye Daniel, yo soy testigo de jehová, yo no puedo decir tacos o iré al infierno. Nunca insulto a nadie ni digo palabrotas, no te he podido decir eso...
-Baque, ¿este es de la secta esa de tu prima Mire?
-Pues la verdá es que sí. Alguna vez los he visto saliendo de los salones esos de la calle del Gringo...
-Vale tío, perdona - Me golpeó el hombro amistosamente y se largaron los tres, dejándome una elegante corbata testicular por recuerdo.
Hoy lo veo por la calle con el mono azul, o tomando cañas en bares de obreros. Se porta como si fuésemos perfectos desconocidos, pero noto que me lanza miradas de soslayo. Como si le hubiese tomado el pelo 15 años antes y creyera que aún me debe una buena ostia. Si yo no le sacase dos palmos, claro.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Como siempre de ordinario le saqué dos palmos a la mayoría nunca me vi en semejantes bretes... Todavía estoy esperando al que me quiera fanar el desayuno, coña...

Anónimo dijo...

Pues a mí me sacaban dos palmos hasta los del curso anterior, pero si habían hostias solía salir bien parada (la mala hostia, supongo...)

Anónimo dijo...

Testigo de Jehová?
Estas de coña?
Nunca lo hubiese dicho...

Anónimo dijo...

Javi, es que asustas macho...
Shaggy, es que asustas macho...
Fanou, ¿tanto asusto macho?

Carlos OC dijo...

Buena anecdota. A mi tb me mide dos palmos ^^. Pásalo.

Anónimo dijo...

No es miedo, es más bien que das la impresión de ser muy ateo. Antes hubiese dicho que tus padres eran hippies que no tenían religión de ningún tipo, y que te habían hecho descreido de todo, que imaginarte en una iglesia.
No me caen bien los testigos de jehová (afirmación osada y generalista, pero se acerca mucho a la realidad).
...¿era una pregunta retórica?

Anónimo dijo...

Ahora no tengo tiempo de leerte pero saludos desde Brooklyn!
Todo esto es acojonante, tienes que ir.
Aunque suene a topico:
I Love New York!

Anónimo dijo...

Soy ateo convencido, mi padre es de la misma secta que Buckowski, y sólo mi madre es creyente. No se diferencian mucho de los católicos creeme...

Anónimo dijo...

Juas, la misma secta que Sir Charles...
Tuvimos una infancia dura... sin duda nos ha ayudado a ser lo que somos ahora.

Anónimo dijo...

Bienvenido de nuevo Katakrek, tiempo ha que no te leíamos. La verdad es que, en esa infancia compartida, no envidié nunca el estatus de tu barrio. Buenas piezas había por allí también...