jueves, diciembre 14, 2006

Otoño.

Tiene algo de metáfora el otoño.
Huimos de esas nubes plomizas,
demasiado bajas para ser circunstanciales.
Demasiado grises e inmensas
como para no ser otra cosa
que el voluptuoso eco
de los gritos de la memoria.
Perversamente, nos recuerdan
el útero burlón y cínico
de la bola de nieve en la que,
desgarrados o aburridos, todos paseamos.
Esa preciosa esfera burbujeante
que no es tanto un difícil panorama,
como un cementerio de esperanzas.

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