Recuerdo...
Que tendría yo unos ocho años cuando mi padre nos llevó a un ruinoso campo de fútbol a mí y a mi hermano, para ver lo que él no paraba de definir como "el primer derby en directo de vuestra vida, cocos". Los contendientes, lo recuerdo bien, Alhambra-Reddis. Ganaron los visitantes 1-3, lo recuerdo con precisión, porque fue en ese instante, entre los gritos de la gente, la emoción del resultado, los furiosos embates de los jugadores, (y aquella hoja de avellano que no me quitaba ojo de encima, lo juro), cuando por primera vez sentí que mi vida... MI vida se expandiría en el futuro hasta convertirse en un lienzo gigantesco en el que cualquier cosa era posible. Aunque aquél "cualquier" era virgen de horrores y adulteces abstractas, claro.
1 comentario:
Qué gran putada la adultez... Sobretodo cuando descubres q lo q parecía no tener fin lo tiene y lo que parecía tenerlo no lo tiene. Y luego ya cosas más concretas como que las hojas de avellano no nos miran, sino q lo hacen las avellanas q se esconden detrás ( es una metáfora claro, o puede q no...). No pares de escribir en todo caso ;)
Publicar un comentario